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  • El humo ambiental del tabaco y la industria tabacalera.

El humo ambiental del tabaco es uno de los temas más críticos con el que se enfrentan las empresas tabacaleras hoy en día. El mayor conocimiento público acerca de los efectos del humo ambiental del tabaco sobre la salud pone en peligro las futuras ganancias de las empresas tabacaleras y las hace responsables del daño causado por los productos de tabaco, no solo en los fumadores sino también en las personas que están expuestas al humo ambiental del tabaco.

Las empresas tabacaleras reconocieron el problema del humo ambiental del tabaco en los años setenta, mucho antes de que el tema ocupara un lugar en la lista de asuntos públicos de importancia en la mayoría de los países. "Lo que el fumador se hace a sí mismo puede ser asunto suyo, pero lo que le hace al no fumador es un asunto muy diferente", señaló la Organización Roper en 1978, en un estudio confidencial para el Tobacco Institute de los EUA sobre las actitudes públicas. ... ." Consideramos que este es el acontecimiento más peligroso para la viabilidad de la industria tabacalera que haya ocurrido hasta ahora... el antídoto estratégico y de largo plazo para el tema del tabaquismo pasivo es, según lo vemos, elaborar y difundir ampliamente pruebas médicas específicas y fidedignas de que el tabaquismo pasivo no es perjudicial a la salud del no fumador."

Las medidas para proteger a las personas de los peligros del humo ambiental del tabaco afectan a las ganancias netas de las empresas tabacaleras, tanto directa como indirectamente. Las restricciones del acto de fumar, en particular en los lugares de trabajo, reducen el consumo del tabaco y ayudan a algunos fumadores a dejar totalmente el hábito. El conocimiento generalizado del daño que causa a la salud el humo ambiental del tabaco también ayuda a convencer al público de la necesidad de contar con políticas eficaces de control del consumo de tabaco. Una propuesta de 1993 para un nuevo grupo sobre los "derechos de los fumadores" en Estados Unidos lo resume como sigue:

"La repercusión financiera de las prohibiciones del acto de fumar será extraordinaria: de tres a cinco cigarrillos menos por día reducirá las ganancias anuales de los fabricantes en más de mil millones dólares por año".

Las empresas tabacaleras tienen a su disposición enormes recursos -humanos, financieros y políticos- para oponerse a las políticas que protegen a las personas del humo ambiental del tabaco. Entre sus técnicas figuran las que se describen en los párrafos siguientes.

Tácticas de distracción

Las empresas tabacaleras distraen la atención del público con respecto al tema del humo ambiental del tabaco al recalcar los peligros de otros contaminantes, como los gases de la goma de las alfombras y de los escapes de los automóviles. Un debate más amplio de la calidad del aire en locales cerrados, la ventilación y el "síndrome del edificio enfermo" (SEE) ha servido en algunos casos para silenciar las inquietudes sobre el humo ambiental del tabaco. Según una publicación de Philip Morris para Europa en 1990, la variedad de contaminantes encontrados en las oficinas que causan el SEE comprende gases y emanaciones de las alfombras, las pantallas de computadoras, fotocopiadoras, etc., empeorándose a menudo el problema con las bacterias, los mohos y los polvos del equipo ventilatorio. Hasta se ha sostenido que el humo del tabaco puede hacer ver que hay mala ventilación en los edificios.

Las empresas tabacaleras también han invertido en gran medida en la investigación sobre temas de la calidad del aire. Se han canalizado fondos sustanciales a investigadores externos por conducto de organizaciones científicas y empresas que se concentran en investigación sobre el aire en locales cerrados, cuyo objetivo era que parecieran independientes y objetivas, pero en realidad fueron manejados por consultores de la industria tabacalera.

Ataque a los datos científicos

Las empresas tabacaleras han atacado vigorosamente los datos científicos en cuanto a los efectos que tiene en la salud la exposición al humo ambiental del tabaco mediante campañas complejas de relaciones públicas y de información errónea. Ese ataque ha sido de gran alcance. Se han gastado millones de dólares en estudios falsos y conferencias, han publicado en los medios de comunicación artículos de terceros a sueldo, han subsidiado investigaciones "dirigidas" y grupos de terceros creados para apoyar públicamente sus posturas. Estas actividades han sido coordinadas y se han reforzando mutuamente.

Las empresas tabacaleras también han trabajado sistemáticamente para desacreditar los resultados de importantes autoridades de salud y ambiente sobre el tema del humo ambiental del tabaco. Cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) empezó a hacer resaltar activamente los riesgos que entraña para la salud el humo ambiental del tabaco, las empresas emprendieron una gran campaña para menoscabar a la Organización. Entre las medidas que tomaron estuvo una campaña sostenida que se ha documentado con todo detalle en una reciente investigación de la OMS, las "Estrategias de la industria tabacalera para minar las actividades de control del consumo de tabaco en la Organización Mundial de la Salud". En un intento de desacreditar un informe del Organismo para la Protección del Medio Ambiente de los EUA, el Tobacco Institute y sus abogados le pagaron a 13 científicos más de $156.000 para que escribieran cartas a publicaciones influyentes en las que criticaran el informe.

"Los grupos de científicos deben poder efectuar investigaciones o estimular controversias de tal manera que las personas dedicadas a la información pública en los países pertinentes puedan usar, o comercializar, la información", dijo un directivo de la firma British American Tobacco (BAT) en 1988. La meta final no era probar que el humo ambiental del tabaco es inocuo -una tarea imposible- sino mantener viva la "controversia" el mayor tiempo posible.

Propuesta de soluciones falsas

Las empresas tabacaleras promueven la "tolerancia" entre fumadores y no fumadores mediante una campaña denominada " la cortesía de poder elegir" y sugieren que el humo ambiental del tabaco es sencillamente una molestia en lugar de una cuestión de salud pública. El razonamiento en que se basan las campañas de "cortesía", patrocinadas por las empresas tabacaleras en bares y restaurantes, indicaría que las sustancias carcinogénicas tienen un menor efecto si la exposición a las mismas ocurre en un ambiente cortés. También se proponen soluciones técnicas como mejores sistemas de ventilación, limpiadores de aire o separación de espacios. Aunque las pruebas indican que la ventilación no es una solución eficaz, los fabricantes de cigarrillos siguen apoyando esta opción, para impedir las restricciones al acto de fumar.

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